Resistencia femenina en el Puerto de Sagunto

Tras el fin de la Guerra Civil española se impone un régimen totalitario dirigido por Francisco Franco Bahamonde, el cual es ampliamente conocido como franquismo (1939 – 1975). Este régimen militarizado se asentó sobre fundamentos tales como: exaltación del nacionalismo español, anticomunismo, antiliberalismo, sacralización del poder, y homogeneización de la sociedad. (Eiroa, 2012).

El franquismo no se mantuvo estático, sino que sufrió pequeñas variaciones a lo largo de los años, no obstante, sus principios se mantuvieron indemnes. Este régimen reemplazó al gobierno de la Segunda República, y los adeptos republicanos (llamados despectivamente «rojos») fueron reprimidos de forma violenta por su ideología considerada adversa a la nueva dirección.

En este contexto surge un afán de reeducación social y expurgo de todo aquello que se alejara mínimamente de la nueva imagen país. Es así como se constituyen parámetros que dictan los roles de género. «Este planteamiento conllevaba la defensa de una relación jerárquica entre los sexos, con un fuerte componente antifeminista en el que hombres y mujeres eran complementarios y desiguales; y en el que unos y otras estaban llamados por «naturaleza» y por «voluntad divina» a desarrollar diferentes funciones. Los hombres, como poseedores del talento creador, del poder y la fuerza, debían realizar sus funciones en el ámbito público-político, en tanto que las mujeres, caracterizadas por la sumisión, el sentimiento y la fragilidad, tenían en la maternidad y la domesticidad su espacio específico.» (Aguado y Verdugo, 2011, p.57). Pese a tener roles dispares, las mujeres no estaban exentas de ser reprimidas por sus acciones, pudiendo ser encarceladas e incluso fusiladas. Concretamente en Valencia funcionaron dos prisones, aquella provincial de mujeres, y la del Convento Santa Clara, esta última de origen espontáneo.

Por sus características, el Puerto de Sagunto, se convirtió en un referente histórico de resistencia obrera y femenina en contraposición al franquismo. Los trabajadores porteños, la mayoría operarios de la fábrica siderúrgica de Altos Hornos del Mediterráneo, se unieron desde temprano a la lucha sindical. Estas manifestaciones, que se prolongaron hasta el fin de la guerra civil, fueron repudiadas por la nueva administración la cual no demoró en contenerlas. «Para los habitantes del Puerto de Sagunto el final de la guerra significó el inicio de un período de represión, oscuridad y miedo. La localidad encarnaba para los vencedores todo lo que sus enemigos eran y representaba: la mayoría pertenecía a la clase trabajadora, tendía al ‘bolchevismo’ revolucionario y era atea.» (Hebenstreit, 2014).

La población del Puerto de Sagunto fue oprimida al mismo tiempo que no existía una vía política alternativa al sistema conservador, vertical y autoritario que representaba el gobierno de Franco; lo que derivó en la búsqueda de instancias culturales como el teatro, mediante las cuales se hacía un disimulado frente al régimen. (Herbenstreit, 2012)

En esta «pequeña Rusia» (apodo con que el franquismo se refería al Puerto de Sagunto), la mujer tuvo más libertad que en otras ciudades, ya que por sus particularidades existían establecimientos educativos dedicados exclusivamente a la educación en oficios relacionados con la siderurgia que no excluían al sexo femenino, al cual se le asignaba la instrucción de profesiones administrativas. (Herbenstreit, 2012)

Es gracias al paternalismo que Altos Hornos del Mediterráneo profesó desde sus inicios, que esta población disfrutó de ciertas garantías sociales (Quílez, 2012-2013), las cuales hubiesen escaseado si la economía no hubiese dependido del rubro metalúrgico. Por tanto, se creó un vínculo de dependencia que hizo imprescindible al Puerto de Sagunto, y le colocó en una situación privilegiada con respecto al resto de España.

De todo lo anterior se puede inferir que durante el franquismo las mujeres del Puerto de Sagunto tuvieron herramientas que les permitieron, de manera subyacente, hacer frente, y mantener parte de su autonomía, a pesar de la compleja situación del régimen.

 

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Eiroa San Francisco, Matilde (2012). Palabra de Franco. Lenguaje político e ideología en los textos doctrinales. Coetánea: III Congreso Internacional de Historia de Nuestro Tiempo celebrado en la ciudad de Logroño. ISBN 978-84-695-5155-4, págs. 71-88. (Consultado el 13 de Diciembre de 2015). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4051664
  • Mir Curcó, Conxita (2011). El estudio de la represión franquista . Una cuestión sin agotar. (Consultado el 14 de Diciembre de 2015). Recuperado de: https://www.ahistcon.org/PDF/numeros/ayer43_RepresionFranquismo_Mir.pdf
  • Aguado, Ana M. y Verdugo Martí, Vicenta (2011). Las cárceles franquistas de mujeres en Valencia. Castigar, purificar y reeducar.  Studia historica. Historia contemporánea, Nº 29, págs. 55-85. (Consultado el 15 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3821191
  • Herbenstreit, Maria (2014). La oposición al franquismo en el Puerto de Sagunto (1958 -1977).» Valencia, Publicacions de la Universitat de Valencia.
  • Herbenstreit, María (2012). Mujer, antifranquismo y nación. «Amas de casa, compañeras y militantes». Mujeres contra el franquismo en Puerto de Sagunto (1939 -1975). En La nación de los españoles: Discursos y prácticas del  nacionalismo español en la época contemporánea. Editado por Ismael Saz y Ferran Archilés. Valencia, Universidad de Valencia.
  • Quílez Pardo, Ana Mª (2012-2013). Paternalismo industrial y ciudad-fábrica. Saitabi, Revista de la Facultat de Geografia i Història, Universidad de Valencia, 62-63, pp. 241-255. (Consultado el 19 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://roderic.uv.es/bitstream/handle/10550/39415/241-255.pdf?sequence=1

La peste negra

La peste negra constituye un fenómeno ampliamente estudiado por la historiografía, no sólo por su grandes consecuencias demográficas, sino que también por la cantidad ingente de mitos que se crearon a su alrededor como la danza de la muerte.

Esta pandemia del siglo XIV menguó dos tercios de la población europea, siendo su contagio e impacto mayores que el de la lepra. Cabe mencionar que en la Edad Media no existían los mecanismos y procedimientos de la medicina moderna, ya que muchos de estos principios fueron introducidos a partir del siglo XIX, potenciados principalmente por los avances en el estudio de la química aparejados a las revoluciones industriales.

La palabra «peste» es un concepto que ya existía en el imaginario colectivo desde la antigüedad (clásica), además se hacía referencia a ella en el Antiguo Testamento. «A partir del estallido de la Peste Negra de 1348, y de la difusión de lo que podemos llamar concepto clásico de la peste, en sus modalidades bubónica, pulmonar o septicémica, se mostraba como una dura realidad. Se trataba de la pandemia transmitida por la picadura de la pulga (previamente infectada) de la rata. Fue entonces cuando las menciones de la Biblia, la literatura disponible, sobre las pestes aparecían particularmente impactantes como para que las mismas fueran relacionadas sin vacilación con la Peste Negra.» (Gonzalbes y García, 2013, p.68). La sociedad medieval se caracterizó por un catolicismo acérrimo, y es bajo esta lógica que la percepción de mundo, estaba subordinada a un razonamiento místico de la vida: todo lo que ocurre a la humanidad tiene su respuesta en la religión y en los designios de Dios.

La «relación» entre pecado y peste se vuelve cada vez más estrecha, al punto que «La declaración pública de una persona y de una casa como infectada suponía algo más que el aislamiento físico, también incluía la marca y hasta el estigma social.» (Bau y Canavese, 2010, p.91). De este modo, implícito a la muerte por peste, se une la imperecedera mácula a la honra familiar. Es posible que esta idea proceda del Pentateuco, en donde las «maldiciones familiares», resultantes del pecado, se extienden por generaciones (como el caso de Noé y el alcoholismo, o Abraham y la infidelidad).

Frente al desconocimiento sobre cómo actuar ante una epidemia de tal envergadura, la solución más empleada fue desplazar al enfermo y recluirlo a espacios marginales u hospitales (tal como se hacía con la lepra). Esto tuvo incidencia directa en el desarrollo urbano, así las ciudades fueron poco a poco quedando deshabitadas por considerarse caldo de cultivo propicio para la propagación de la peste, al tiempo que la población se trasladaba a sectores rurales (Bau y Canavese).

Así como las majestuosas ciudades de la  antigüedad clásica se pierden en poblados rurales, y la estructura social cambió: «El acontecimiento crucial de la Peste Negra cambió las actitudes sociales, porque la enfermedad fue más virulenta con los niños y jóvenes. Por ello la estructura familiar mutó, la autoridad y el poder se concentró en las manos de los ancianos, los lazos afectivos también, amén de los matrimonios con diferencias de edad de 20-30 años, y de 50-60 entre padres e hijos.» (Cuadrada, 2015, p.63).

Esta alteración de todos los ámbitos de la vida, supuso un quiebre con lo antiguo. «El elevado número de muertos diarios derivó en falta de ataúdes y en la utilización del mismo féretro para trasladar a varios cadáveres, a veces incluso familias enteras. Las muertes eran tan frecuentes que los moribundos se encontraban desamparados al llegar a este trascendental momento. La peste impedía que se ejecutasen los rituales del modo más conveniente para el fiel cristiano: el duelo, el cortejo fúnebre, los llantos, los responsorios o el enterramiento. En fuentes castellanas sobre la peste de 1466 en Palencia aparecen alusiones al enterramiento de diez o doce personas en una misma sepultura, para expresar la cantidad de muertes y la rapidez con la que fallecían los infectados (…)». (Rabazo, 2011, p.384).

«(…) Cataluña y Andalucía fueron las zonas más afectadas por la epidemia (…) la situación geográfica del reino de Valencia la hacía muy apta para el contagio». (Sobrequés i Callicó, 1970-71, p.82).

Sin embargo, y pese a esto, algunos conflictos internos le restaron importancia, especialmente el que remite a la guerra librada entre Pedro el Ceremonioso y la Unión de Valencia.

Algunos documentos notariales hacen referencia a que en Sagunto (en ese momento Murviedro) las luchas internas y la peste, menguaron la población de dicha ciudad dejándola sin cargos públicos. «A mediados de la centuria [1350] la crisis se dejó sentir sobre la aljama de Sagunto, igual que en el resto de la localidad. No sólo fue la crisis demográfica causada por la peste negra de 1348, imposible de cuantificar en cifras, sino lo que posiblemente fue más grave: las guerras (…). (Hinojosa, 1995, p.275). Mientras que la situación en sectores como Castellón fue muy distinta, puesto que la ciudad se sitió evitando el contagio de la peste. (Sobrequés i Callicó).

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REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  •  Gozalbes Cravioto, E. y García García, I. (2013). Una aproximación a las pestes
    y epidemias en la antigüedad. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 26, pp 63-82. (Consultado el 14 de enero de 2016). Recuperado de: http://revistas.uned.es/index.php/ETFII/article/view/13738/12424
  • Bau, A.M. y Canavese, G.F. (2010). Sepultureros y enterradores. La manipulación de cuerpos y objetos en época de peste durante la baja Edad Media y la temprana modernidad europea. CHE LXXXIV, pp. 91-114. (Consultado el 14 de enero de 2016). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3403163
  • Sobrequés i Callicó, J. (1970 -71). La peste negra en la península Ibérica.  Anuario de estudios medievales, ISSN 0066-5061, Nº 7, págs. 67-102. (Consultado el 22 de enero de 2016). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=27968
  • Hinojosa Montavo, J.R. (1995). Apuntes para la demografía de la aljama judía de Sagunto en los siglos bajomedievales. Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, ISSN 0037-0894, Año 55, Nº. 2, págs. 273-284. (Consultado el 22 de enero de 2016). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3963694
  • Cuadrada, C. (2015). Marginalidad y otredad en Cataluña (siglos XIV-XVI). España Medieval, vol. 38, p. 57-97. (Consultado el 22 de enero de 2016). http://dx.doi.org/10.5209/rev_ELEM.2015.v38.49038
  • Rabazo Vinagre, A. R. (2011). Muerte y pérdida de identidad. Temor que despiertan en la sociedad castellana durante la Baja Edad Media. Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, H. a Medieval, t. 24,  págs. 353-386. (Consultado el 22 de enero de 2016). Recuperado de: http://revistas.uned.es/index.php/ETFIII/article/view/1674

María de Luna, reina de Morvedre

María de Luna
Reina María de Luna

María de Luna (1358 – 1406), se caracterizó por ser una reina altruista, anteponiendo las necesidades de su pueblo a sus propias creencias personales. Preponderante es su defensa de los judíos que habitaban la aljama saguntina.

Su niñez la pasó en la corte aragonesa, donde sería educada como princesa consorte. A los 14 años contrajo matrimonio con Martín I de Aragón, unión de la que nacen cuatro hijos, pero sólo sobrevive el primero. La pareja estaba lejos de reinar, Martín era el tercero en línea de sucesión.

«When the infant countness Maria de Luna was married to the infant Martí, the second son of Pere the Ceremonious (1336 – 87), no one would have predicted that twenty – four years later she would become queen of the Crown of Aragon. Her accession to the throne in 1396 came about by accident – an accident suffered by King Joan I (…)». (Silleras – Fernández, 2005, p. 78).

La abrupta muerte de Juan I, devino en la necesidad de una rápida ascensión al trono, puesto que existían disputas sobre quién debía suceder al difunto rey. Es en este momento cuando María de Luna tuvo que probar su talante y forjar su temple como gobernanta, ya que Martín I se encontraba visitando al hijo de ambos en Sicilia, teniendo que hacer frente a las presiones de la reina viuda Violante de Bar.

Este período, a las mujeres reinantes se les reservaba el papel de madres y cristianas piadosas, por lo tanto, todas sus actuaciones públicas debían estar encaminadas a reforzar esta imagen, sin embargo en situaciones excepcionales, la reina podía adquirir autoridad política. (Silleras – Fernández, p.79 – 83). María de Luna demostró su valía regente, lo que de cierto modo le dio más libertad a la hora de tomar decisiones y ejecutar acciones que fueran a favor de sus luchas de justicia personales.

«La historiografía ha asumido que al menos desde 1375 los reinos peninsulares demostraron indicios fehacientes de una creciente aversión y sentimiento de rechazo hacia los judíos.» (Narbona, 2012, p. 177). Sin embargo, no es hasta 1391, cuando esta espiral de violencia afecta de forma irrefutable al Camp de Morvedre. Tras la peste negra (1350) las aljamas fueron especialmente cuidadas, ya que conscientes de la importancia de mantener unos índices demográficos ascendentes, se permitió a los judíos practicar libremente sus creencias, pese a que las coronas reinantes en España eran católicas.

Leonor de Sicilia, tercera esposa de Pedro el ceremonioso de Aragón, comenzó con la labor de defensa de los judíos en la zona de Morvedre, la reina era consciente que esta población poseía gran poder económico, por lo que les dio un trato preferente que hizo aumentar ostensiblemente su número. Tras el asalto castellano de 1391, esta empresa fue continuada por María de Luna, no obstante las motivaciones de María de Luna provenían de una fuerte convicción en el quehacer cristiano.«The Jews of Movedre were fortunate in that both queens were very able and assertive, capable of advising, challenging, and acting independently of their husbands. Beyond this essential competence, each queen possessed, according to their modern biographers, certain characteristics wich, if not necessarily flatering, still benefited their Jewish subjects. Elionor was politically ‘calcultaing’ while María was moved by a ‘spirit of justice’.» (Meyerson, 2005, p.56).

María de Luna potenció la presencia judía en Sagunto proponiendo algunas medidas legislativas según las cuales la vida se presentaría favorable para los judíos de Morvedre, y asegurando que permanecerían inmutables tras su muerte. «In 1402 María empowered the growing community to establish confraternities for caring for the sick, burying the dead, and teaching poor boys, as had been custom before 1391». (Meyerson, p.67). Estas disposiciones incrementaron de forma notable la población de la aljama, ya que gran parte de los practicantes valencianos deciden establecerse en la permisiva villa.

María de Luna fallece a los 48 años, producto de una apoplejía durante un viaje para reunirse con su familia en Navidad. Su legado más importante está en Gilet, en donde se encuentra el monasterio franciscano de Sancti Spiritu.

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Meyerson, Mark (2005). Defending their jewish subjects: Elionor of Sicily, Maria de Luna, and the jews of Morvedre. En Queenship and political power in medieval and early modern Spain editado por Theresa Earenfight. Reino Unido, Ashgate.
  • Silleras – Fernández, Núria (2005). Spirit and force: politics, public and private in the reign of Maria de Luna (1396 – 1406). En Queenship and political power in medieval and early modern Spain editado por Theresa Earenfight. Reino Unido, Ashgate.
  • Narbona Vizacaíno, Rafael (2012). El trienio negro: Valencia, 1389-1391. Turbulencias coetáneas al asalto de la judería. En la España medieval, vol. 35. Págs. 177-210. Recuperado de: http://dx.doi.org/10.5209/rev_ELEM.2012.v35.38908

El tren de Los Valles

Desde su creación en el siglo XVIII, el ferrocarril se ha erigido como un importante símbolo de progreso, además de ser un medio de transporte seguro y en constante evolución.

La introducción del tren en la Comunidad Valenciana es consecuencia de la prosperidad económica del decenio de 1830 a 1840. Este período de bienestar se caracterizó por impulsar el crecimiento de la clase burguesa terrateniente, la cual no tardó en reclamar un tren que conectara campo, ciudad y puerto, para incrementar los beneficios económicos derivados de su producción agrícola.

Tras un fracasado primer intento, se construye una red viaria a cargo del ingeniero Juan Subercase, la cual une Madrid, Alicante y Valencia, y de este modo aprovechar ambos puertos. La recién constituida Sociedad del Ferrocarril del Grao, fue un proyecto respaldado por la inversión de la sociedad crediticia del empresario José Campos Pérez.

Para 1852, la Sociedad del Ferrocarril del Grao, se había convertido en proveedora del transporte ferroviario levantino. No conforme con este logro, Campos Pérez impulsó la ampliación de la ruta hasta tierras tarraconenses, sin embargo de la mano de una nueva asociación: Sociedad de los Ferrocarriles de Almansa a Valencia y Tarragona (AVT). La primera etapa fue inaugurada en 1862, y unió las ciudades de Valencia y Sagunto.

El 25 de agosto de 1863 se estrena la línea férrea Sagunto – Nules, pasando por la estación de Les Valles (Los Valles). Este apeadero facilitaría el transporte de los habitantes del pueblos de la Vall de Segó, no obstante estaría lejos de ser así.

La estación se construyó alejada de la mancomunidad de Les Valls, lo que en cierta manera respondería un momento previo de la apropiación del tren como transporte habitual. Es posible que en el imaginario colectivo, el ferrocarril fuera pensado como un medio de movilización de uso poco corriente y que por lo tanto la cercanía supondría una alteración de la vida cotidiana.  Para Burckhart (2008, p.22): «Un ejemplo claro que niega la interrelación estación-ciudad es la estación aislada, es decir estas estaciones que se implantan lejos del continuo urbano y sin una relación tradicional entre los dos espacios. Una situación de “relación familiar” distante puede presentar una estación periférica. Esta estación se sitúa al margen de la ciudad, pero al mismo tiempo mantiene relaciones con ella.»

Antoni Gaspar Ramos, alcalde de Faura, afirma que los habitantes de Les Valls:  «Somos herederos de quienes creían que la proximidad del tren era peligrosa» (Marqués, 2010). Lo que explicaría que la estación de trenes se construyera a 3 km de los pueblos de Les Valls, por una carretera de difícil acceso peatonal y sin un aparcamiento cubierto. Esta situación iría en desmedro del uso que los habitantes de la zona hacen del ferrocarril.

En cierta medida, es posible afirmar que las ciudades que gozan de cercanía con respecto a las estaciones de trenes, desarrollaron su articulación urbana en torno a este medio de transporte. Según expone Delgado Viñas (2010): «Las áreas urbanas inmediatas a las estaciones ferroviarias mejoraron su centralidad (…) y se convirtieron, al menos hasta comienzos del siglo XX, en áreas residenciales de la alta burguesía (…).»

Al día de hoy, la situación de la estación con respecto a Les Valles, sumado a la falta de una red de trasporte alternativa, supone que población tenga un vínculo de dependencia del vehículo particular.

 

 

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Marqués Faura, Cristina (2010, 15 de agosto). La estación fantasma de Les Valls. Levante, el mercantil valenciano. (Consultado el 9 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://www.levante-emv.com/comarcas/2010/08/15/estacion-fantasma-les-valls/730880.html
  • J.V.M. (2008, 29 de enero). El abandono de la estación de tren de Les Valls desanima a sus usuarios. (Consultado el 10 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://www.lasprovincias.es/valencia/20080129/morvedre/abandono-estacion-tren-valls-20080129.html
  • Burckhart, Kerstin (2008). Movilidad, equipamiento y actuación urbana en torno a las estaciones de alta velocidad. Una interpretación de su evolución en Europa. En I° Congreso de urbanismo y ordenación del territorio: ciudad y territorio celebrado en la ciudad de Bilbao. (Consultado el 10 de diciembre de 2015) Recuperado de: http://www.ciccp.es/biblio_digital/Urbanismo_I/congreso/pdf/030201.pdf
  • A todo vapor. Asociación valenciana de amigos del ferrocarril (2003). A.V.T.: 150 años del ferrocarril en Valencia. Número 39. (Consultado el 10 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://www.avaf.es/publicaciones/atodovapor/ATV39.pdf
  • Delgado Viñas, Carmen (2010). Entre el puerto y la estación. La influencia de las infraestructuras de transporte en la morfología de las ciudades portuarias españolas (1848-1936). Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [Versión electrónica]. Barcelona: Universidad de Barcelona, vol. XIV, nº 330. (Consultado el 11 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-330.htm. [ISSN: 1138-9788].

Hospitales y leproserías

Hospital Medieval

Los hospitales medievales tienen su origen en la Italia del siglo XI (Burns, 1965), gracias a la influencia del catolicismo en las altas esferas de la sociedad. Por medio de donaciones (en metálico o en tierras), los señores buscaban expiar sus culpas para asegurarse la entrada en el reino de Dios (Rubio Vela, 1981. Valor Abad, 2009). Este hecho podría entenderse como la antesala a las indulgencias que derivaron en el cisma de la iglesia católica.

Los espacios sanitarios cumplían una función social muy extensa y variada, «Los hospitales de las ciudades (…) combinaban, frecuentemente, las funciones de casa de alojamiento para pobres y hospedería para viajeros (…) con la función específica de hospital para enfermos pobres. Un hospital bien establecido comprendía un conjunto de edificios: la capilla o la iglesia, el hospital propiamente dicho, con dependencias separadas para enfermos y enfermas, una casa de hospedaje para los pobres, las dependendencias para la servidumbre y el personal seglar, un monasterio o residencia religiosa y otros edificios relacionados con la administración (…)». (Burns, p.138)Además actuaban como hospicios y leproserías, de modo que es posible afirmar que eran vertederos sociales reservados para los sujetos marginados de la sociedad en una fórmula de ocultamiento de lo anómalo y segregación de lo sospechoso.

Dentro del hospital se convivía bajo pobrísimas normas de higiene, muchas veces compartiendo cama con personas de distinto sexo o contagiados por enfermedades altamente infecciosas. Según el ‘Tratado contra la lujuria’ de Jean Gerson «las monjas se quejaban de verse obligadas a acostar <<a los niños, tanto chicas como chicos, a la vez en camas que resultaban peligrosas, y en las que habían muerto otros enfermos de enfermedad contagiosa, por no haber camas suficientes para los niños en cuestión, sino que se acuestan, seis, ocho, nueve, diez y doce en un mismo lecho, a la cabecera y a los pies>>». (Aries y Duby, 1985, p. 494). Esta situación, no sólo era desagradable, sino que propiciaba el contagio; sin embargo eran pocos aquellos que podían acceder a una cama de uso individual.

En la localidad del Reino de Valencia (España), el apogeo de los hospitales data del siglo XIII, y respondería principalmente a dos motivos: la lepra y a la influencia de Jaume I.

En primer lugar, la lepra, considerada seguramente la enfermedad más antigua del mundo, era erróneamente asociada a cualquier afección cutánea, por lo que, pese a sus mortales características, el número de los supuestos enfermos era mucho mayor que el de los realmente afectados. Asimismo, este padecimiento está mencionado en la Biblia (libro del Éxodo, escrito por Moisés, en donde se hace mención de las plagas que asolaron a Egipto), de modo que en el imaginario colectivo se le relacionaba a un castigo divino derivado del pecado (Pastrana et al., 2011). «Los conocimientos médicos relativos a la lepra provenían de la teoría de los humores, de un exceso de bilis negra, se decía. El doliente de ojos prominentes, nariz apretada, cara pálida, con infecciones de la piel, úlceras o alopecia, era decretado leproso por uno o varios médicos, a veces con la ayuda (cada vez con menor intensidad al final de la edad media) de un tribunal formado por enfermos. La lepra era percibida por la medicina medieval desde una doble óptica: por un lado como una enfermedad venérea y, por el otro, como una manifestación de decadencia moral.» (Cuadrada, 2015, p.73).

En segundo lugar, tras la unificación del Reino de Valencia, el rey Jaume I crea una suerte de ordenamiento social mediante la creación de estructuras institucionales como los hospitales (Burns). Lo que en otras palabras quiere decir que a través de estos establecimientos, se pretendía controlar y regular tanto los espacios públicos como los privados, por lo tanto los hospitales, que actuaban como contenedores, eran imprescindibles para resguardar el equilibrio.

En lo que respecta al actual Camp de Morvedre, existieron un par de organismos sanitarios, en Segorbe y en Algar.  El primero de complexión municipal, ubicado cerca a la puerta de Teruel, fue fundado sobre las tierras expropiadas del vecino García Anadón, quien fue compensado con otros terrenos. El segundo, fue el resultado de la donación de Ramón Morella a la Orden Mercedaria, localizado aledaño a la carretera Segorbe – Torres (Burns).

El Hospital de Sant Guillem pertenecía a la Orden Trinitaria, que desde su nacimiento se alzó como antagonista al de Sant Vicent (ambos en Valencia), poseía dependencias hospitalarias menores en Murviedro (como se llamaba antiguamente Sagunto) (Burns). «(…) el Monasterio de la Santísima Trinidad fundado en 1275, cuya iglesia dedicada a san Miguel tenía aneja un hospital para pobres peregrinos (…), cambió de emplazamiento para fusionarse a otro hospital para pobres peregrinos, fundado por la misma bienhechora del hospital de Na-Marcena.» (Faus, 2010, p.260). (Na – Marcena u Hospital de Santa María, que funcionó como hospicio para el año 1450).

La existencia de hospitales en la zona que actualmente ocupa el Camp de Morvedre (Campo de Murviedro), habla de la importancia de dicha localidad. Los hospitales no sólo desempeñaban un rol sanitario, también funcionaban como leproserías, hospedajes, y hospicios; el abarcar un abanico de actuación tan amplio los convertía en una necesidad fundamental, más aún en un mundo regido por un catolicismo riguroso que exigía controlar y apartar los agentes corrompidos, y dar a los peregrinos un alojamiento que les permitiera mantener sus prácticas cristianas.

 

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Pastrana Fundora, F.; Ramírez Albajez, C. R.; Moredo Romo, E.; Ramírez Ramírez, H.; Alemañy Díaz – Perera, C. (2011). Impacto de la lepra en la historia.  Folia Dermatológica Cubana. Vol. 6. N.º º/Enero-abril 2012. (Consultado el 11 de enero de 2016). Recuperado de: http://www.medigraphic.com/pdfs/folia/fd-2012/fd121f.pdf
  • Ariés, P.; Duby, G.; (dir.) (1985). Historia de la vida privada. Tomo II. De la Europa feudal al renacimiento. Madrid, Taurus.
  • Faus Gabandé, F. (2010). La asistencia y hospitalidad a pobres, enfermos y peregrinos en la baja edad media en el camino real de Valencia a Zaragoza. Tesis doctoral dirigida por Camaño Puig, R. E., Universitat de Valencia. (Consultado el 13 de enero de 2016). Recuperado de: http://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/77730/faus.pdf?sequence=1
  • Rubio Vela, A. (1981). Una fundación burguesa en la Valencia medieval. El hospital de En Clapers (1311). Dynamis, p. 17-49. (Consultado el 11 de enero de 2016). Recuperado de: https://www.ugr.es/~dynamis/completo1/PDF/art2.pdf
  • Abad Valor, J.P. (2009). El convent de Sant Francesc, plaza cronista Chabret (Sagunto). Un avance sobre la intervención arqueológica de urgencia 2005. Saguntum (Papeles del Laboratorio de Arqueología) Vol. 41, p. 237 – 250. (Consultado el 11 de enero de 2016). Recuperado de: http://saguntum.uv.es/index.php/saguntum/article/view/934
  • Burns, R. I. (1965). Los hospitales del reino de Valencia en el siglo XIII. Anuario de Estudios Medievales; vol. 2, p. 135 – 154. (Consultado el 11 de enero de 2016). Recuperado de: http://estudiosmedievales.revistas.csic.es/index.php/estudiosmedievales
  • Cuadrada, C. (2015). Marginalidad y otredad en Cataluña (siglos XIV-XVI). España Medieval, vol. 38, p. 57-97. (Consultado el 22 de enero de 2016). http://dx.doi.org/10.5209/rev_ELEM.2015.v38.49038

El toro embolado, el toro de fuego

Los orígenes de la tauromaquia se sitúan en la cultura mitraica (siglo VII a. C.), en India e Irán, expandiéndose a través de anatolia hasta llegar a Creta donde entraría en contacto con el mundo romano.

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La tauromaquia se introduce en la península ibérica por la zona de Almería (siglo I a.C.), donde mantiene sus fundamentos religiosos, aunque añade la caza como elemento deportivo y de exhibición, y de este modo nace la figura del «matador».

Durante la edad media, la tauromaquia fue rechazada por la Iglesia, pero la afición popular logró disfrazarla de festividad religiosa. Las ceremonias incluían variados rituales, entre los que destacan disparar flechas al animal como símbolo de devoción o utilizarlo durante las procesiones. El saber popular atribuye al toro un unas propiedades que se hacen patentes mediante estas celebraciones, ya que se creía que «(…) de manera “mágico-religiosa” se transmiten simbólicamente a los individuos que se ponen en contacto con él las fuerzas genésicas que se le atribuyen y la capacidad fecundadora que se asocia con su sangre.» (Marcos, 2004, p. 406).

En el siglo XVII, las peleas con toros se constituyen como parte de la cultura popular española incorporándose de forma tácita a las fiestas nacionales. A pesar de la reticencia eclesiástica hacia estas manifestaciones de orígenes paganos, habían alcanzado tal nivel de popularidad que la monarquía fue incapaz de suprimirlas. Se consideraba un deporte y a los luchadores héroes.

A mediados del siglo XIX se funda la primera escuela de tauromaquia: “Escuela Gimnasio Taurina” de Sevilla, y de este modo se convierte en una disciplina reglada de existencia paralela al «toro de calle» y sus luchas. «La fiesta gira en torno a la muerte del cornúpeta tras unas series artísticas ritualizadas de tortura.» (Paniagua, 2008, p. 144).

El toro embolado o toro de fuego, es una variante de la tauromaquia que se celebra tanto en Aragón como en Valencia; en esta última comunidad llega a suponer un 30% de los festejos taurinos (PACMA, 2015). «La celebración del toro embolado consiste en colocarle un soporte, con dos hierros verticales en cuyos extremos se colocan dos bolas de material combustible. El toro corre por la noche, con las bolas encendidas, a lo largo de un espacio marcado por barreras, hasta que el fuego se apaga, siendo incitado durante el festejo por el público que asiste al mismo.» (Burillo, 1984, p.31). La participación, así como el grado de implicación de cada persona dependerá de la identificación que sienta con respecto a la fiesta nacional. La celebración dura alrededor de una hora, para finalizar con el laceo del toro de vuelta a su cubil.

En el año 2012 los «toros al carrer» (y en consecuencia el toro embolado), fueron propuestos para formar parte del patrimonio inmaterial valenciano, ya que supone una costumbre de la cual beben algunas disciplinas artísticas como la pintura y la fotografía. Sin embargo, un informe de la Universidad de Valencia determinó que: «(…) se considera que no procede emitir un dictamen favorable a la declaración de las corridas de toros y las fiestas conocidas como bous al carrer como patrimonio cultural inmaterial, ya que las prácticas referidas, íntegramente, no reúnen los requisitos que establece la Convención de la UNESCO.» (Ariño et al., 2012).

Independiente de esta resolución, el toro de fuego es parte importante de los festejos del Camp de Morvedre, y se enmarcan dentro de la tradición histórica valenciana.

 

 

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Fernández Truhán, Juan Carlos (2006). Orígenes de la  tauromaquia. Congreso Internacional de Historia del Deporte (2005) celebrado en la ciudad de Sevilla. En Sport and violence (ISBN 978-84-608-0476-5), , págs. 80-90. (Consultado el 11 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://www.cafyd.com/HistDeporte/htm/pdf/6-0.pdf
  • Marcos Arévalos, Javier (2004). Roles, funciones y significados de los
    animales en los rituales festivos (La experiencia extremeña).
      En La Religiosidad popular y Almería : actas de las III Jornadas, 2004. ISBN 84-8108-305-4, pags. 235-254. (Consultado el 11 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2243518
  • Paniagua, Cecilio (2008). Psicología de la afición taurina. Ars Medica. Revista de Humanidades; 2:140-157. (Consultado el 11 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://www.dendramedica.es/revista/v7n2/Psicologia_de_la_aficion_taurina.pdf
  • Burillo Mozota, Francisco (1984). Algunos aspectos del toro de fuego: El toro embolado de Mora de Rubielos. Narria: Estudios de artes y costumbres populares 34-35, pags. 31-34. (Consultado el 12 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://hdl.handle.net/10486/8225
  • Partido Animalista PACMA (2015). Informe veterinario sobre el sufrimiento de los animales en los bous al carrer. (Consultado el 12 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://pacma.es/wp-content/uploads/2015/08/informe-bous-al-carrer.pdf
  • Ariño Villarroya, A., Cortina Gil, A., Hernández y Martí, M., Montesinos, J., & Narbona Vizcaíno, R,. (2102). Informe de la Universidad de Valencia en torno a la declaración de las «corridas de toros» y los «toros de en la calle» como patrimonio cultural inmaterial por parte de la Generalitat de Valenciana. (Consultado el 12 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://asanda.org/documentos/tauromaquia/BIC.doc/view

Nacimiento del Puerto de Sagunto y el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo

En 1900 el empresario Ramón de la Sota y Llano, funda la Compañía Minera de Sierra Menera (Teruel), para competir con el lucrativo negocio de Altos Hornos de Vizcaya.

La alta demanda inglesa de hierro, provocó que en breve lapso de tiempo las minas vascas se agotaran, y fueran necesarias nuevas fuentes de explotación minera. La compañía de Sota y Llano nace con el propósito de explotar el yacimiento Ojos Negros, pero era menester encontrar una salida al mar que facilitase la exportación. Tras barajar varias propuestas, se decidió que el puerto sería construido en la zona costera de Sagunto.

El Puerto de Sagunto (1910) fue proyectado por el ingeniero Luis Cendoya, a la vez que se inauguraba un tren que uniría la reciente construcción con la mina turolense. Para Gonzalo Montiel Roig (2015)  «(…) las empresas siderúrgicas ejercieron una tutela laboral, social y cultural sobre un núcleo de población, el Puerto de Sagunto, al que esta estrategia discursiva pretendía dotar de una identidad y cohesión vinculada a los intereses productivos y reproductivos de la factoría.» En otras palabras bajo la idea de progreso e identidad local, buscaban legitimar los procesos productivos que respondían en gran medida a intereses privados.

La Primera Guerra Mundial supuso un momento de gran auge económico, ya que fomentó el comercio siderúrgico español, pese a la dura competencia italiana. De este modo, el Puerto de Sagunto se articuló como una sociedad totalmente dependiente de la minería, aunque sus condiciones naturales le habrían permitido la expansión hacia otros sectores económicos.

Durante el régimen franquista, de la Sota y Llano fue acusado post mortem por delitos contra el Estado, como ser parte del Partido Nacional Vasco. Sus propiedades pasaron a manos de su rival Altos Hornos de Vizcaya.

Altos Hornos de Vizcaya fomentó esta idea del puerto como ciudad supeditada a la siderurgia, y el conjunto urbano así como los servicios básicos (educación, ocio y avituallamiento) se estructuraron bajo este paradigma. Un ejemplo de esto son las escuelas de aprendices, en donde los alumnos además de las asignaturas regulares, aprendían el oficio y proceso metalúrgico.

En 1971 se constituyó Altos Hornos del Mediterráneo como una empresa siderúrgica para la producción de acero dependiente de la fábrica siderúrgica ya existente en la zona aupados por las previsiones de aumento en el consumo de este metal durante los próximos años. Sin embargo estos planes se vieron truncados debido a los efectos de la llamada crisis económica del petróleo en 1973, llegando a fatídicas consecuencias como la imposibilidad del pago de nóminas en 1977.

La pérdida de inversores ocasionó la intervención del Estado, el cual estableció un plan de reestructuración del sector industrial (Real Decreto 878/1981), sin embargo estas ayudas fueron insuficientes puesto que urgía la instalación de un tren de bandas calientes (maquinaria para la fabricación de láminas de metal), situación que generó roces con los Altos Hornos de Vizcaya en Bilbao y llevó a que finalmente se propusiera la desmantelación de Altos Hornos del Mediterráneo. La inminente posibilidad de esta medida generó huelgas en el Puerto de Sagunto, por lo que se suspendió temporalmente la decisión.

Múltiples movilizaciones sociales, manifestaciones y huelgas, lograron prolongar (precariamente) la vida de los Altos Hornos del Mediterráneo hasta 1984, cuando se cierra y desmantela de forma definitiva, quedando en pie sólo el Alto Horno n°2.

Estas circunstancias constituyen, aún a día de hoy, uno de los sucesos más traumáticos de la historia contemporánea del Camp de Morvedre.

Alto_Horno,_Puerto_de_Sagunto,_España,_2015-01-04,_DD_91

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Montiel Roig, Gonzalo (2015). «La fotografía industrial y el archivo de empresa en la siderurgia del Puerto de Sagunto: representación, poder e identidad (1944-1976)». Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 149: 65-86. (http://dx.doi.org/10.5477/cis/reis.149.65)
  • Higalgo Mora, Javier (2010). Memoria: Proyecto de paseo para peatones y bicicletas en «la gerencia». Puerto de Sagunto (Sagunto).» Promovido por el Excm. Ajuntament de Sagunt. (Consultado el 6 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://www.aytosagunto.es/REPOSITORIO/TEC_MEMORIA57_10.PDF
  • González de Andrés, Enrique (2011). La lucha contra el cierre de Altos Hornos
    del Mediterráneo de Sagunto (Valencia). 
    Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, t. 23, págs. 201-220. (Consultado el 6 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://revistas.uned.es/index.php/ETFV/article/viewFile/1580/1462

María Moliner y las Misiones Pedagógicas en los pueblos de Morvedre

Durante la Segunda República española se creó la Institución Libre de Enseñanza (1876 – 1936), una metodología pedagógica que buscaba mejorar las condiciones de educativas bajo el marco de la filosofía krausista.

Casi el 50% de la población española era analfabeta y vivía en medios rurales lo que dificultaban la escolaridad. Para la Institución Libre de Enseñanza era primordial subsanar esta situación fomentando la lectura mediante la creación o mejora de las bibliotecas públicas. Para lograr este objetivo se impulsaron las Misiones Pedagógicas (1931) creadas con el fin de acercar el conocimiento a los sectores alejados de las urbes a cargo de pedagogos especializados los cuales eran llamados misioneros.

Las tareas de las Misiones Pedagógicas consistían en impulsar la cultura en localidades rurales de menos de 5.000 habitantes, a través de diversas actividades, luego de las cuales se le entregaba una pequeña biblioteca dependiente de la escuela del pueblo.

María Moliner, fue una de las misioneras que formó parte de estas Misiones Pedagógicas en la Comunidad Valenciana. La labor que ejerció en esta provincia fue muy efectiva, ya que logró formar una red de bibliotecas supeditadas a de la capital, y dejó establecido un plan para que los maestros pudieran recibir formación en biblioteconomía.

Las Misiones Pedagógicas llegaron a las bibliotecas de los pueblos de Morvedre, y fueron inspeccionadas en 1936 por María Moliner para comprobar su funcionamiento. En esa ocasión, se visitaron las de Faura, Benifairó, Quart, Alfara y Algímia. En el informe (Revista Educación y Biblioteca, 2010) concluyó:

  • Faura: además de la biblioteca creada por las Misiones Pedagógicas existía una propiedad del Ayuntamiento, la cual según pudo comprobar Moliner no poseía una colección relevante; ninguna de las dos estaba siendo útil para el fomento de la lectura adulta. La misionera sugirió unir ambas bibliotecas, sin embargo fue advertida por la maestra de la escuela que tan pronto como se fuera, el alcalde no llevaría a cabo esta acción pese a haberse comprometido a hacerlo.
  • Benifairó: la biblioteca creada por las Misiones Pedagógicas funcionaba perfectamente y su colección había sido aumentada de manera considerable gracias a la aportación de un vecino. El éxito se debía en gran medida a la labor ejercida por el profesor Josep Micó.
  • Quart: el número de lecturas no superaba las 6 anuales, y al parecer los encargados de la biblioteca tampoco estaban dispuestos a hacerse cargo.
  • Alfara: la impresión de Moliner fue que la maestra no estaba satisfecha con la colección de la biblioteca y que tampoco estaba de acuerdo con separar las obras infantiles de las demás. No se habían registrado visitas de adultos.
  • Algímia: como pudo comprobar la misionera, la maestra anterior en el cargo había fomentado en gran medida la lectura entre los adultos, registrándose hasta 500 visitas en lo que iba de año.
El proyecto de las Misiones Pedagógicas no se vio frustrado por la Guerra Civil, pero sí por la llegada del Franquismo. Al igual que muchos maestros de gran valor, María Moliner fue acusada de ayudar al régimen republicano, y fue degradada en sus funciones. Su gran labor, jamás olvidada.
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REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Molinero Pintado, Antonio (1985). La institución libre de enseñanza: un proyecto español de renovación pedagógica.  Madrid: Ed. Anaya2.
  • Boza Puerta, Mariano y Sánchez Herrador, Miguel Ángel (2004). Las bibliotecas en las Misiones Pedagógicas. Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios, nº 74, págs. 41-51. (Consultado el 5 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1122027
  • Martínez Rus, Ana (2010). María Moliner y las bibliotecas públicas: un compromiso con la democracia republicana y la difusión de la cultura. Métodos de información (MEI), II Época, Vol. 1, pp. 5-24. (Consultado el 5 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3720173
  • Primera jornada bibliotecaria: Faura – benifairó – cuart de les valls – alfara – algimia de alfara, 16 de marzo de 1936. (2010). Educación y Biblioteca, 22(175), 69-70. (Consultado el 5 de diciembre de 2015). Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/ejemplar/237702

Orígenes de la vestimenta tradicional valenciana

Vestimenta tradicional saragüell - Fiestas Benifairó de les Valls, 2004
Vestimenta tradicional saragüell – Fiestas Benifairó de les Valls, 2004

Las vestimentas tradicionales son parte fundamental de la idiosincrasia de los pueblos. Se puede situar el apogeo de los trajes populares en el siglo XVIII, coincidiendo con el auge de la industria textil, y siendo los materiales más utilizados la seda, el lino y el algodón.

Los trajes de saragüell y de fallera, son una herencia cultural del siglo XIX y forman parte de la identidad valenciana, por lo que se siguen utilizando durante las fiestas populares. No obstante en su origen primigenio fueron pensados para el trabajo en el campo levantino; y es por este motivo que existe una escisión inherente a la vestimenta, la cual servía para distinguir entre estratos sociales jerarquizados basándose principalmente en los materiales de fabricación textil.

La palabra saragüell, proviene del árabe «sarawil», y hace referencia a una especie de pololos sueltos (o «falda pantalón») utilizados por campesinos. En un principio esta prenda de influencia musulmana era usada tanto por hombres como por mujeres.

El traje de fallera es anterior a la fiesta de las fallas y sufrió múltiples variaciones a lo largo del tiempo, pues empezaría como una vestimenta funcional propia de labriegas y difícilmente gozaría del fastuo actual.

La localización de algunos pueblos rurales levantinos, como aquella que poseen los de la Vall de Segó, impedía una comunicación fluida con la ciudad, y por lo tanto muchas de las modas no alcanzaban a ser asimiladas, pese a que se absorbían algunos elementos aislados. De igual manera, para el común de la gente, la vestimenta estaba pensada no sólo para el trabajo en el campo, sino que también como un bien heredable, y por ende estaba implícita la necesidad de hacerla resistente y práctica, muchas veces obviando los cánones estéticos.

La aristocracia por el hecho de dedicarse a oficios menos rudimentarios y disponer de mayores recursos económicos, podían permitirse copiar las pomposas modas francesas. Así, la clase dirigente marcó un precedente para las clases menos favorecidas, las cuales dentro de sus posibilidades intentaban imitar sus estilismos.

Para concluir, se puede afirmar que la evolución de la vestimenta tradicional valenciana responde a un sincretismo entre lo mudéjar, lo rural y lo francés. La funcionalidad ha dado un paso atrás para dar cabida a una estética que habla de las herencias que configuran la identidad valenciana, herencia que es rescatada anualmente en las fiestas populares cuando los fiesteros se visten de saragüell y fallera.

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • Devesa Benlloch, Míriam y García Noguera, Carmen (2013). La indumentaria tradicional valenciana al segle XVIII. [Versión electónica] Clapir, joves historiadors i historiadores valencians. Recuperado en: http://www.clapir.org/indumentaria-tradicional.html (consultado el 4 de diciembre de 2015).
  • Asociación Medieval Rey Alfonso I “El Batallador” de Calatayud. (Consultado el 4 de diciembre de 2015). Recuperado en: http://www.alfonsadas.es/ficheros/Moda_2009.pdf
  • Falles de Alzira. (Consultado el 4 de diciembre de 2015). Recuperado en: http://web.archive.org/web/20130209185135/http://www.falles-alzira.com/indumasc.htm#castella
  • Falles de Alzira. (Consultado el 4 de diciembre de 2015). Recuperado en: http://web.archive.org/web/20130208033053/http://www.falles-alzira.com/indumfem.htm#castella

 

La aljama saguntina

La importancia de Sagunto en la historia de España, queda demostrada al leer cualquier manual. De fundación romana, aún conserva parte del castillo que le identifica. Sin embargo, Sagunto no sólo se limita a la antigüedad clásica, también fue un importante núcleo medieval.

Se aprecia una fuerte influencia judía en la villa de Sagunto, debido a la existencia de la aljama, para muchos investigadores la segunda más importante después de la valenciana. Si bien no se poseen registros sobre la cantidad exacta de judíos (principalmente porque este tipo de censos se hacían gracias a las partidas bautismales católicas), la existencia de una judería (o aljama) saguntina da cuenta de la presencia de personas de este credo en la zona; las cuales fueron recibidas en la localidad por Jaume I tras la reconquista allá por el siglo XIII.

Para evitar tensiones con los vecinos católicos, en el siglo XIV se permitió amurallar la judería y la construcción de un cementerio hebreo. Pese que para el 1350 hubo un gran descenso demográfico por culpa de la peste negra y el asalto castellano de 1391, lo que provocó la vagancia y mendigaje de muchos judíos por la comarca, a los cuales se les ofreció ser reubicados en la aljama.

La judería de Sagunto fue la única que no fue del todo destruida por la invasión del 1391. Hechos que provocaron rencillas entre los judíos saguntinos y valencianos, y que por cierto hizo que muchos hebreos decidieran migrara a la villa.

En gran medida el que no se les juzgara por su credo (salvo por la obligación de tener que distinguir su religión mediante una marca en su vestimenta) y se les permitiera vivir libremente en Sagunto, responde a la escasa población que habitaba la zona debido a la mortandad de las múltiples epidemias.

Si el siglo XIV estuvo marcado por la muerte, el siglo XV lo estaría por las crisis económicas arrastradas de la centuria anterior. Esto provocó un control mayor sobre los judíos de la comarca y en especial aquellos saguntinos, y de este modo evitar el no pago de los impuestos.

Si bien por intereses económicos, se puede afirmar que la población judía de Sagunto tuvo un buen pasar con respecto a otros grupos humanos del mismo credo, pudiendo mantener sus costumbres hasta 1492 cuando fueron expulsados.

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Entrada a la aljama actualmente

REFERENCIAS Y MÁS INFORMACIÓN EN:

  • HINOJOSA MONTALVO, JOSÉ RAMÓN (1995). Apuntes para la demografía de la aljama judía de Sagunto en los siglos bajomedievales. Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, ISSN 0037-0894, Año 55, Nº. 2, págs. 273-284.
  • PILES ROS, LEOPOLDO (1957). La judería de Sagunto. Sus restos actuales. Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, ISSN 0037-0894, Año 17, Nº. 2, págs. 352-373.